Una madre y su hijo recuerdan el abrazo con el Papa Francisco que marcó un antes y un después en su lucha contra el cáncer. Una historia de fe y esperanza.
HOUSTON - Hace más de nueve años, una madre mexicana vivió el momento más inolvidable de su vida cuando su hijo menor, Ricky, abrazó al papa Francisco durante su visita a la Ciudad de México en febrero de 2016. Hoy, desde Houston, comparten con Telemundo el regalo que ese encuentro les dejó: esperanza, fe… y vida.
Belén Padilla nunca imaginó que sus súplicas serían escuchadas. Después de enfrentar el devastador diagnóstico de un tumor cerebral maligno y extremadamente raro en su hijo de apenas cuatro años, lo que parecía una simple gripe se convirtió en una lucha contra el cáncer. “Mi mundo se me vino abajo”, recuerda.
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Con el alma aferrada a la fe, Belén viajó con Ricky para ver al papa. Apenas una semana antes, los médicos le habían informado que la quimioterapia había reducido el tumor a la mitad.
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SUSCRÍBETE Dos semanas después del emotivo abrazo con el pontífice, llegó la noticia más esperada: el tumor había desaparecido.
“Fue un milagro”, dice entre lágrimas. “El Papa fue un santo terrenal que salvó a mi hijo”.
Hoy, Ricky, a punto de cumplir 15 años, es un joven sano que recuerda con ternura a quien considera “su amigo”. Aunque les duele la partida del papa Francisco, en su corazón vivirá eternamente el hombre que, según ellos, les devolvió la vida.
“Gracias por pasar por mi vida, papa Francisco”, concluye Belén.
