Un par de estudiantes de la Universidad de Pensilvania presentaron una demanda contra la institución alegando que la Ivy League se ha convertido en "un laboratorio de incubación de odio, acoso y discriminación antijudíos".
En una demanda presentada el martes cinco de diciembre, Eyal Yakoby, estudiante de último año de Ciencias Políticas y Estudios Modernos de Oriente Medio en la Universidad de Pensilvania, junto con el estudiante de primer año Jordan Davis, ambos judíos, afirma que la universidad "hace cumplir sus propias reglas de conducta selectivamente para evitar proteger a los estudiantes judíos del odio y el acoso, contrata profesores antisemitas que llaman a la violencia antijudía y difunden propaganda terrorista, e ignora las súplicas de protección de los estudiantes judíos".
La demanda afirma que los estudiantes lidiaron con comentarios antisemitas en el campus, que las aulas, dormitorios y otros edificios han sido destrozados con grafitis antisemitas.
Recibe las noticias locales y los pronósticos del tiempo directo a tu email.> Inscríbete para recibir newsletters de Telemundo McAllen aquí.
La demanda se produce inmediatamente después de una serie de situaciones relacionadas con acusaciones de antisemitismo en la Universidad de Pensilvania.
La institución es una de varias que actualmente están siendo investigadas por el Departamento de Educación de Estados Unidos tras acusaciones de antisemitismo e islamofobia en medio de la guerra entre Israel y Hamas.
Aunque la universidad anunció un plan destinado a combatir el resurgimiento del odio y la intolerancia contra el pueblo judío, la presidenta de la Universidad de Pensilvania, Liz Magill, ha sido criticada después de testificar ante el Congreso durante una audiencia sobre el antisemitismo en el campus.
EEUU
En esa audiencia, Magill no dio una respuesta directa de "sí o no" cuando la congresista Elise Stefanik, republicana por Nueva York, le preguntó si los llamamientos al genocidio del pueblo judío violarían las políticas escolares.
Sus declaraciones provocaron la reacción del gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, calificándolas de "vergonzosas".