Cuando tenía apenas 25 años, Francisco Méndez fue diagnosticado con VIH y recuerda ese 9 septiembre de 1992 como si fuera ayer.
“Me acuerdo que estaba yo en el cuarto del doctor y entra con un fólder y me dice: 'Mira aquí están tus resultados' y decía HIV positivo. Me acuerdo de que me quedé en silencio y dije: Por qué yo. Por qué a mí si yo me cuidaba”, explica Francisco.
Cree haber contraído el virus de su pareja de 25 años. “El me lo dio. No cabe duda de que él me lo dio”, agrega. Pero lejos de buscar culpables, en ese momento Francisco se armó de valor y tomó una decisión. “Que iba a ver esta enfermedad, no como una desgracia, si no que mi enfoque sería, primero que nada, educar a mi familia”, relata.
Pero a principios de los 90’s, el VIH era visto como una enfermedad con sentencia de muerte. “En aquel entonces, HIV daba sida y luego muerte. No daba marcha atrás”, comenta. Además, le tocó ver cómo varios amigos murieron.
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“Eran muchos funerales. Eran muchos recaudando fondos. Muchas luchas y peleas con las familias. Una situación que me hizo fuerte”, admite Francisco.
Por eso, a diario usa este listón rojo, símbolo universal de lucha contra el VIH, pero sobre todo “para darle cara a todos mis amigos que ya fallecieron. Por eso me pongo este listón en memoria de ellos”, revela luego de dejar escapar un largo suspiro.
Fueron años muy difíciles dice Francico. Al principio había odio contra la comunidad gay, pues en ese entonces se les culpaba a los homosexuales por el VIH. “Me acuerdo de que estábamos en 10th avenue y llegaban con bates y nos golpeaban. Claro que uno lucha para atrás, pero no es posible. Nos aventaban botellas, gritándonos cosas y todo”.
Hoy Francisco tiene 56 años. Lleva 30 años viviendo con VIH, un sobreviviente a largo plazo. Ese es el término médico correcto.
Un gran desafío, fue comenzar un tratamiento. “Cada tres meses me cambiaban de diferentes medicinas. Eran tres en la mañana, cuatro en la tarde, cinco en la noche. Que para el sudor y la diarrea y la nauseas. Era un montón de medicamentos”, recuerda.
Gracias a los medicamentos antiretrovirales, Frank vive una vida normal.
Y es que desde su lanzamiento hace dos décadas, el llamado plan del entonces presidente de Estados Unidos, George w. Bush, para el alivio del sida ha salvado millones de vidas y brindado tratamiento a quienes viven con VIH.
Hoy hay casi 38 millones de personas que viven con VIH en el mundo y pese a los grandes avances en la prevención y tratamiento del virus, actualmente no hay una cura. Francisco, nos dice que vivir con el virus no ha sido fácil ya que el estigma y la discriminación siguen alimentando la ignorancia sobre la enfermedad.
“Hemos vivido lo peor de una enfermedad que desgraciadamente estaba rodeada de odio, de estigma, de discriminación y de rechazo. Todo lo negativo que pueda tener, nosotros lo cargamos”, confiesa este artista de drag.
“Decidí que iba a usar esta enfermedad para darme un propósito para poder hacer cambios en mi comunidad”, indica.
Francisco es un hombre gay y artista de drag. Usa esa plataforma y los escenarios para educar a las nuevas generaciones sobre el VIH. Además es activista y encabeza un grupo de empoderamiento de sobrevivientes a largo plazo del VIH.
A él le interesa dejar algo claro, “que la gente comprenda que no solo porque soy gay, porque tengo VIH, porque soy pobre, porque soy mexicano o tengo 56 años, soy más que otra persona. No. Pero sí te puedo decir que las experiencias que he vivido no se las deseo a nadie”, puntualiza.
Hoy Francisco se mantiene, al igual que millones de pacientes con VIH, indetectable e intransmisible.