Llevando la lucha por el cierre del gobierno a la frontera mexicana, el presidente Donald Trump se acercó aún más el jueves a declarar una emergencia nacional con la intención de soslayar al Congreso para financiar su muy prometido muro fronterizo.
La presión aumentaba para encontrar una salida a un impasse que lleva 21 días y tiene cerradas partes del gobierno, reduciendo servicios y dejando a miles de empleados sin paga.
Trump, durante su visita a McAllen, Texas, y el río Grande realizada para enfatizar lo que dice que es una crisis de drogas y delincuencia, dijo que “si por algún motivo no logramos esto, declararé una emergencia nacional”, haciendo referencia a un acuerdo con los demócratas de la Cámara de Representantes que se han negado a aprobar los $5,700 millones que exige para el muro.
Aproximadamente 800,000 empleados, más de la mitad de los cuales todavía se presentan a trabajar, perderían este viernes su primera paga debido al cierre, y Washington estaba cerca de fijar un récord negativo del cierre de gobierno más largo en la historia del país.
Esos indicadores — junto con los efectos que ha tenido en parques nacionales, inspecciones de alimentos y la economía en general — tenían a algunos de los republicanos en el Capitolio cada vez más incómodos con las exigencias de Trump.
Al preguntarle por el apuro por el que pasan las personas que no reciben su sueldo, el presidente evadió el tema y dijo que se sentía mal “por las personas que tienen familiares que han sido asesinados” por criminales que atravesaron la frontera.
Trump consultaba con abogados de la Casa Blanca y aliados sobre cómo utilizar los poderes presidenciales en caso de emergencia para tomar una medida unilateral para construir el muro a pesar de las objeciones del Congreso. Afirmó que sus abogados le dijeron que la medida soportaría el escrutinio legal “100%”.
Pero evadir el control constitucional del Congreso sobre los fondos del país generaría ciertas impugnaciones legales y quejas de ambos partidos por la extralimitación del ejecutivo.
“Así que, o tendremos una victoria y llegaremos a un acuerdo, porque yo creo que un acuerdo es una victoria para todos, o declararé emergencia nacional”, expresó Trump antes de salir de la Casa Blanca para su viaje a la frontera.
No queda claro qué abarcaría el acuerdo y no hubo indicios de que hubiera alguno a la vista. Trump dijo que no reabrirá el gobierno sin dinero para el muro. Los demócratas aseguran que favorecen las medidas para aumentar la seguridad fronteriza, pero se oponen a la larga e impenetrable barrera que desea Trump.
En el Capitolio no se llevaban a cabo negociaciones.
En su visita a una estación de la patrulla fronteriza en McAllen, Trump vio mesas llenas de armas y narcóticos. Como casi todas las drogas contrabandeadas a través de la frontera, fueron interceptadas por agentes en los puertos de entrada oficiales, no en áreas remotas en donde quiere colocar barreras altas.
Aun así, declaró: “Un muro funciona... Nada como un muro”.
Sentado entre agentes de la patrulla fronteriza, agentes estatales y locales, y representantes militares, Trump insistió en que “ganaba” la lucha por el cierre del gobierno y criticó a los demócratas por afirmar que fabricaba una sensación de crisis para declarar una emergencia. “Lo que se fabrica es el uso de la palabra ‘fabricar’”, dijo Trump.
El cierre parcial del gobierno llegaría a un récord la mañana del sábado, superando el cierre de 21 días que terminó el 6 de enero de 1996 bajo la presidencia de Bill Clinton.