Durante años el culto a la Santa Muerte fue una práctica clandestina, oculta a los ojos de la gran mayoría. Sin embargo, hoy son cada vez más las personas que deciden hacerlo de forma abierta.
Sasha García es una de ellas y relata cuáles son sus motivaciones. Esta mujer vive apasionada por las flores y por lo que ella llama, la brujería.
Desde niña Sacha supo que la Santa Muerte era su ángel, pero fue una misteriosa visión que tuvo de adulta lo que desencadenó su destape.
“Me parece que la santísima muerte existe dentro de ese campo, de los santos informales o entidades informales que la gente puede suplicar cuando se trata de algunas necesidades medias vergonzosas” explica Servando Hinojosa, profesor de antropología de UTRGV.
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La Comadre, La Flaca y La Blanca Niña son algunos de los seudónimos con los que sus devotos llaman a esta figura esquelética. Pero eso sí, ojalá en privado, ya que muchos sienten pena de su creencia.
Sasha era una de ellas. Pero todo cambió hace unos 17 o 18 años cuando La Blanca Niña se le reveló en una visión, exigiéndole en tono celoso, pero definitivo, su total devoción.
“Dejé todos mis trabajos normales que tenía para dedicarme a ella”, dice Sacha. Desde entonces, conoce bien a su ángel protector.
“El color de ella es el negro. Ese es su color original de ella y te lo digo porque yo la he visto en persona”, añade Sacha.
Por la misma época en que esta mujer tuvo su visión, este culto experimentó un apogeo en el que devotos de clóset empezaron a hacer públicas sus creencias, especialmente en el sector de Tepito en Ciudad de México.
“Aunque uno pude creer que nada más desde ese entonces ha tenido relevancia más para el sector humilde, el sector popular, el sector informal, también como se ha documentado, hay mucha gente que ocupan puestos institucionales en México, quizás en este lado también, que también la buscan”, revela Servando.
Esto lo sabe bien Sasha. En el negocio que inició hace amarres, limpias y lecturas de tarot.
Además, atiende a una variada clientela. “Desde un juez, un policía, un sacerdote”, dice la mujer, quien también atiende a narcotraficantes. "El poder, ellos pelean mucho el poder”, dice.
Y fue así, como Sasha pasó de ser una reservada seguidora de la Santa Muerte, a una vocal defensora de este culto aquí en el Valle. En nuestra próxima entrega no se pierda como Sasha a lidiado con exorcismos, extrañas peticiones sexuales y muchos más.