Manifestantes formaron una cadena humana este sábado a lo largo de las famosas aguas de Venecia en protesta contra el turismo de masas.
Y es que se ha comenzado a notar el gradual regreso de turistas del extranjero desde que se abrieron las fronteras de Italia el 2 de junio y los residentes locales temen del caos que podría traer el negocio.
Venecia normalmente atrae a unos 30 millones de turistas al año, algo que resulta abrumador para la población de 52,000 residentes.
Mientras que se va reanimando la economía local, los residentes que se han comenzado a acostumbrar a una ciudad despejada y descontaminada, temen un recrudecimiento del turismo de masas.
Desde el relajamiento de las medidas de la cuarentena, hace un par de semanas, las terrazas de los cafés y los restaurantes de la ciudad habían empezado a cobrar vida, sobre todo con los habitantes locales y visitantes de localidades y ciudades vecinas, la mayor parte de la región del Véneto.
No pocos son estudiantes extranjeros que habitan en ciudades vecinas, como un grupo formado por dos griegas, dos senegaleses, un húngaro, uno egipcio -algunos de ellos del programa Erasmus- que vinieron de Padua y se apresuraban a tomar el tren de regreso de las 7:10 de la noche, cinco minutos antes de que partiera.
Angela Barbato, de la Galería Bel-Air Fine Art, que ofrece obras de Carole Feuerman, Peppone y Robert Indiana, trabaja con un 70% de clientes extranjeros, espera su retorno y responde a las consultas de quienes llaman de Estados Unidos, Australia o Alemania, entre otros lugares, para saber si ya pueden regresar a Venecia.
"Somos un grupo de galerías internacionales y ya tenemos clientes leales en el exterior y claramente Venecia es un sitio de captación muy internacional", señala.
Al caer la tarde, un matrimonio rumano viaja en vaporetto al centro de Venecia para cenar y volver luego a su autocaravana, con la cual están recorriendo Europa. Venían de Jerez de la Frontera (sur de España) -"tenemos una botella de (vino de) jerez en el auto", ríe la mujer- y se aprestaban a regresar el día siguiente a su casa en Bucarest a través de Eslovenia.
El pasado lunes, otra cadena humana de unas mil personas unió al final de la tarde dos distritos de Venecia, en una protesta contra dos obras que los vecinos temen comprometan aún más la ya difícil residencia en una ciudad cara y antes asediada por el turismo de masas.
Las agrupaciones Area Ex-Gasometri, Italia Nostra, No Nav y otras convocaron a la manifestación contra la construcción de un nuevo embarcadero para naves turísticas en Fondamente Nuove, paseo lagunar frente a la isla cementerio de San Michele, como también el plan de una empresa privada de construir un hotel o apartamentos de lujo en los antiguos Gasómetros, una zona anteriormente pública.
"El problema es que si construyen ese muelle comienzan a llegar turistas también aquí", dice Andrea Zorzi, uno de los organizadores y miembro del comité de Area Ex-Gasometri.
"Ahora es una zona densamente habitada, viven personas normales, en cambio donde llegan los turistas todo esto desaparece", lamenta.